El sangrado rectal agudo, también conocido como sangrado gastrointestinal inferior (GI), es la pérdida de sangre fresca del colon.
La sangre en las heces puede deberse a varias causas que generalmente se clasifican como:
La hemorragia digestiva baja aguda también puede deberse a polipectomía y otras intervenciones terapéuticas similares. Este artículo analiza las manifestaciones clínicas del sangrado rectal agudo, su diagnóstico, manejo y tratamiento.
Manifestaciones Clínicas
Los pacientes con hemorragia digestiva baja generalmente informan hematoquecia, que se refiere al paso de sangre o coágulos de color rojo brillante o granate desde el recto. La sangre del lado izquierdo del colon suele ser de color rojo brillante, mientras que la sangre que proviene del lado derecho tiene un aspecto más oscuro o granate y puede estar mezclada con las heces del paciente. Es muy raro que los pacientes que sangran del lado derecho del colon tengan melena.
Los pacientes con sangrado agudo del ano también deben tener glóbulos rojos normocíticos. El sangrado gastrointestinal inferior crónico también puede ser un signo de deficiencia de hierro o de glóbulos rojos microcíticos. A diferencia del sangrado GI superior, un paciente con sangrado rectal agudo mientras muestra una perfusión renal normal también debe mostrar signos de nitrógeno ureico en sangre normal.
Evaluación inicial y manejo del sangrado gastrointestinal inferior agudo
La evaluación inicial de un paciente con signos de sangrado rectal agudo debe ser paralela al manejo de la afección. El objetivo de la evaluación inicial es averiguar si la sangre se origina en el tracto gastrointestinal inferior, verificar la gravedad del sangrado, encontrar el entorno más apropiado para el paciente e implementar las medidas de apoyo necesarias antes de iniciar la reanimación. Después de completar estos pasos iniciales, pueden seguir otros estudios de diagnóstico, como la colonoscopia, según las pautas del American College of Gastroenterology 2016.
Evaluación Inicial
Hay varios pasos a seguir en la evaluación inicial que incluyen obtener el historial del paciente, hacer un examen físico, realizar pruebas de laboratorio y, si es necesario, realizar un lavado nasogástrico o una endoscopia digestiva alta. El objetivo de esta evaluación es confirmar que el sangrado no proviene del tracto gastrointestinal superior y que la afección se puede controlar de manera efectiva.
Es importante obtener el historial médico del paciente en la etapa inicial. Averigüe si el paciente ha tenido episodios previos de hemorragia digestiva alta o baja. Esto lo ayudará a identificar las posibles causas del sangrado que pueden influir en el manejo posterior de la afección. Indague sobre el uso de medicamentos del paciente centrándose en fármacos o agentes que podrían causar sangrado o alterar la coagulación, como anticoagulantes, agentes antiinflamatorios no esteroideos y cualquier otro agente antiplaquetario que el paciente haya usado en el pasado.
El examen físico implica la evaluación de la estabilidad hemodinámica del paciente y sus heces para verificar la presencia de melena o hematoquecia. Verifique si el paciente tiene dolor abdominal que podría ser un signo de una fuente de sangrado inflamatorio, por ejemplo, colitis infecciosa, isquémica o una perforación como una úlcera péptica perforada.
Las pruebas de laboratorio realizadas en el paciente deben incluir química sérica, pruebas hepáticas, hemograma completo y pruebas de coagulación. El nivel de hemoglobina del paciente debe controlarse cada 2 a 8 horas, según la gravedad del sangrado.
Administración
El primer paso en el manejo de un paciente con sospecha de hemorragia rectal aguda es encontrar el entorno más adecuado para el paciente, que puede ser ambulatorio, hospitalizado o en la unidad de cuidados intensivos. Un médico especialista en colonoscopia y endoscopia en el sur de la Florida también brindará al paciente medidas generales de apoyo en esta etapa, que pueden incluir un acceso intravenoso adecuado y suministro de oxígeno. El manejo también implicará darle al paciente la reanimación necesaria con productos sanguíneos y líquidos y el manejo de anticoagulantes, coagulopatías y agentes antiplaquetarios.
Un paciente con características de alto riesgo, como inestabilidad hemodinámica generalmente caracterizada por hipotensión ortostática y shock, enfermedad comórbida o sangrado persistente, debe ser trasladado a la unidad de cuidados intensivos para una observación más cercana y la intervención terapéutica necesaria. La observación cercana de un paciente de alto riesgo en la UCI incluirá monitoreo de electrocardiograma, oximetría de pulso y monitoreo automatizado de la presión arterial del paciente.
Algunas de las características clave utilizadas para categorizar a los pacientes de alto y bajo riesgo incluyen estabilidad hemodinámica, edad avanzada, enfermedad comórbida, sangrado persistente, sangrado rectal en un paciente ingresado por otra enfermedad, antecedentes previos de angiodisplasia o sangrado de diverticulosis, uso de aspirina, abdomen no sensible, un alto nivel de nitrógeno ureico en sangre, anemia y un recuento anormal de glóbulos blancos.
La gestión también debe incluir lo siguiente:
Diagnóstico
Una vez que haya descartado que el GI superior sea el origen del sangrado, el primer paso del diagnóstico es la colonoscopia. Otros estudios de diagnóstico que generalmente se realizan en pacientes con hemorragia digestiva baja incluyen imágenes con radionúclidos, angiografía mesentérica y angiografía por tomografía computarizada o tomografía computarizada.
La colonoscopia en pacientes de alto riesgo o aquellos con sangrado continuo debe realizarse dentro de las 24 horas posteriores a una preparación intestinal adecuada.
Tratamiento del sangrado gastrointestinal inferior
El tratamiento del sitio de sangrado se enfoca en la fuente del sangrado. El sangrado se puede controlar en la mayoría de los casos mediante terapias específicas aplicadas durante la colonoscopia o la angiografía. La cirugía rara vez se requiere en la mayoría de los casos, pero si se tiene que hacer, será importante determinar primero la fuente del sangrado y qué lo ha causado.
Conclusión
El tratamiento de las hemorroides y el sangrado rectal comienza con una evaluación inicial que incluye la historia clínica del paciente, un examen físico general y exámenes de laboratorio. En algunos casos, puede ser necesario realizar una endoscopia digestiva alta o un lavado nasogástrico para confirmar que el origen del sangrado se encuentra realmente en el tracto gastrointestinal inferior. El tratamiento real dependerá de la fuente y la causa del sangrado. En la mayoría de los casos el tratamiento se realiza durante la fase de colonoscopia o angiografía. La mayoría de los pacientes con hemorragia rectal y síntomas de heces rojas o negras rara vez requieren cirugía.