Los probióticos son un suplemento común que toman las personas con síndrome del intestino irritable. A pesar de su uso generalizado, la última revisión de la evidencia no crea un caso sólido para un beneficio.
El síndrome del intestino irritable (SII) es un trastorno gastrointestinal común que afecta a alrededor del 10 por ciento de las personas. Los síntomas del SII incluyen dolor abdominal y cambios en el patrón de las deposiciones. Se desconoce la causa del SII, pero los factores ambientales, como los cambios en la rutina, el estrés emocional, las infecciones y la dieta, pueden desencadenar un ataque.
Los medicamentos, la dieta y el estilo de vida son las principales opciones de tratamiento para el SII. Existe buena evidencia de un beneficio terapéutico de complementar la dieta con 10 gramos de psyllium por día. Una dieta baja en FODMAP también está ganando atención como opción de tratamiento.
Un tratamiento emergente para el SII son los probióticos. El campo de investigación para el uso de probióticos en el SII es mixto. También hay opiniones encontradas sobre qué especies bacterianas y la forma en que se encuentran son las mejores.
Buscando una mayor resolución sobre si los probióticos deberían ser una opción recomendada para el SII, la Asociación Dietética Británica produjo una revisión sistemática sobre el tema. Nueve revisiones sistemáticas y 35 ensayos controlados aleatorios que utilizaron 29 formulaciones de probióticos diferentes informaron la conclusión. Los resultados mostraron que ninguna cepa o probiótico de dosis específica fue consistentemente eficaz para mejorar los síntomas del SII o la calidad de vida.
Debido al gran grado de variación en los estudios, simplemente no hubo suficientes ensayos clínicos para construir un caso para ninguna cepa. Se necesitan ensayos de alta calidad de probióticos en el SII que se centren en unas pocas cepas seleccionadas.
Para alguien que desee probar los probióticos para controlar el SII, considere seleccionar un producto a la vez y luego controle los efectos. Dale tiempo al probiótico para que funcione; Se aconseja un mínimo de cuatro semanas a la dosis recomendada por el fabricante.